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Foto del escritorFRANCISCO TIJERINA ELGUEZÁBAL

“En la letra pequeña, está el secreto” Yomero



Percepciones Francisco Tijerina Elguezabal

Pregunta

“En la letra pequeña, está el secreto” Yomero

Muy modernos y ecológicos resultaron las autoridades de San Pedro al anunciar el arrendamiento de 95 vehículos, 42 de ellos eléctricos. Serio compromiso con el ambiente si se toma en cuenta que además licitarán la instalación de paneles solares para alimentar esos muebles con energía solar. Todo suena bien, todo suena muy bonito, pero (siempre hay un condenado pero), mandaron a la cándida e ingenua de Vivianne Clariond, regidora ella y aspirante a la alcaldía desde las filas independientes, a marcarla con fuego en una declaración periodística que la embarra por los siglos de los siglos en algo bastante, mucho y evidentemente turbio. Resulta que dentro de las bases de la licitación para los vehículos, se pide que la agencia o los talleres para el mantenimiento no estén a una distancia mayor a seis kilómetros de la Secretaría de Administración. ¿Y si otro proveedor ofrece mejores precios, condiciones y demás a 6.5 o más kilómetros? El extraño requisito apesta, hiede y huele mal a mucho más de seis kilómetros porque da toda la impresión de ser una evidente dedicatoria para que “alguien” que sí cumpla con esa premisa, sea el único posible ganador. ¿Y por qué mandaron a Vivianne a declarar esto cuando a Miguel le encantan los reflectores o en todo caso era un tema de la Secretaría de Administración? Esa es una pregunta para la que no tengo respuesta, pero que más que yo, debería hacerse la propia regidora. ¿Por qué Vivianne y no otra persona?




Discurso

22-nov-


Percepciones Francisco Tijerina Elguezabal


“El principio es la mitad del todo” Pitágoras de Samos

Contra lo que muchos políticos y estrategas piensan de que no importa tanto el principio como el final de las campañas, habría que reflexionar sobre el arranque de las mismas y su importancia para “enganchar” a posibles votantes. Con las pre-pre-pre campañas tan anticipadas como se dan en nuestros días, es inevitable el darte cuenta del arsenal con el que cargan los aspirantes y en este sentido es necesario decir que tanto Claudia Sheinbaum como Xóchitl Gálvez dan los primeros pasos de una manera tímida y poco aspiracional. El discurso de las dos mujeres se ha centrado a lo largo de todo este tiempo en el racional, en proponer soluciones a los grandes problemas del país, en hablar del macroescenario y de insertar soluciones lógicas. Ninguna de las dos le ha hablado al “emocional” de los mexicanos, a sus dolores y carencias, a esas cosas que duelen, a las que le pegan al estómago, el corazón o el hígado y así, difícilmente podrán conseguir adeptos. Pero además, junto con el contenido está el detalle de la manera en que ambas se expresan y transmiten. Hasta ahora ambas se han centrado en gritar, que no es lo mismo que poner vehemencia en sus palabras; hablar más fuerte no implica imponer fuerza o darle sentido a sus palabras y sí, son bastante monocordes en su discurso, planas, sin color, matiz o intención y así difícilmente se convence a las audiencias. Van a eventos en los que los grupos afines les aplauden y vitorean, pero esos son votos duros; ¿cómo convencer a los indecisos de que deben emitir su sufragio por ellas? ¡Cambiando el discurso, sobresaliendo, destacando, marcando una diferencia! Pero insisten en hablar de lo mismo y lo hacen en el tono más aburrido posible. Ojo, que por ahí se les puede colar Samuel García y no sólo sacarles un susto, sino ganarles. La elección de los temas de campaña, pero sobre todo lo que dicen y la manera en cómo lo dicen será fundamental y en ello deberán centrar sus esfuerzos de aquí al cierre del año, porque después ya no habrá tiempo para modificar la percepción de miles de ciudadanos que en su “yo interno” habrán decidido su voto para el 2024.





Intolerancia

Percepciones Francisco Tijerina Elguezabal

16-nov


“La tolerancia no ha provocado nunca ninguna guerra; la intolerancia ha cubierto la tierra de matanza” Voltaire

Poco a poco y casi sin darnos cuenta como sociedad vamos cambiando. La semana anterior una larga antesala en un consultorio y la posterior charla con un joven oftalmólogo me hicieron caer en la conclusión de que ya no son los mismos tiempos, ni las mismas modas. Tengo 30 años atendiendo mi vista con el mismo doctor, un eminente oftalmólogo al cual conocí cuando le llevamos a mi hijo Paco a los pocos meses de nacido. Con los años el doctor por su prestigio ha aumentado su cartera de clientes, pero además porque dedica buena parte de su consulta a ayudar a personas que carecen de recursos, de manera que no pido cita con él a menos de que sea algo muy grave. A la vera de mi médico se han formado muchos jóvenes y como esta semana requería simplemente un chequeo y afinar la graduación de mis lentes pedí me atendiera uno de esos muchachos y resultó que tiene exactamente la edad de mi hija, que es también la edad del gobernador Samuel García. Tras una hora de espera por fin me pasó al consultorio y yo estaba que bufaba, pero aguanté callado. Chequeo, las letritas, mire aquí, mire acá y de pronto ya hablábamos de mi y de política; se soltó criticando a todos, especialmente a Samuel, de quien dijo “por su culpa creen que todos los jóvenes somos iguales”. Y en esas estábamos cuando se dio la oportunidad de reclamarle la hora de antesala que me hizo esperarle y se mostró sorprendido y molesto; me dijo que era culpa de las secretarias que empalmaban citas. Le respondí que a lo largo de la vida había aprendido a no confiar mucho en los tiempos de los impresores, los mecánicos y los médicos de todas las especialidades, porque a pesar de que te ponen una cita a una hora, casi nunca la respetan, te hacen esperarles y al final hay que ponerles buena cara y pagar, sin que recibas un descuento o una retribución por el tiempo perdido. El joven oftalmólogo se puso serio y me dijo: no se crea, cada vez es mayor el número de personas que reclama por ello y cada vez también esos reclamos son más airados y en un tono más alto y beligerante y se extendía: “es como en la calle, lo que antes era un par de mentadas de madre con el claxon de ida y vuelta o unas miradas amenazadoras, hoy son carreras de cerrones, choques, trompadas y en muchos casos que aparezcan martillos, cuchillos, machetes o pistolas… y todo por un incidente vial”. La gente está cada vez más irascible y menos tolerante, están enojados por todo, todo el

tiempo y los doctores tenemos que cambiar nuestras prácticas y sobre todo nuestra logística si no queremos enfrentar un día a un paciente fuera de control, me confesó. Y sí, tiene razón el joven doctor. Cada vez es más frecuente ver altercados y discusiones por cualquier razón, no sólo con otras personas, sino en el seno de nuestras familias y trabajo. Habría que detenernos a pensar si vale la pena este nivel de molestia colectivo o si es necesario hacer campaña para que todos juntos le bajemos dos rayitas al volumen.

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